Benjamín Guillou, director de comunicación de Rabbit Lab, cuenta que no tenía celular cuando iba a la primaria. Sin embargo, hoy, a los 22 años, piensa que las tablets y los smartphones pueden ingresar en el aula. Y hacia allí va Rabbit Lab, un emprendimiento que se dedica a la introducción de herramientas digitales en el sistema educativo.
LA GACETA conversó con Guillou sobre la relación entre tecnología y educación y la experiencia de la app Rabbit. Este diálogo forma parte del ciclo #Educación de La otra pregunta, el programa de entrevistas de LG Play.
-¿Qué es Rabbit?
-Es una aplicación de realidad aumentada. Sus creadores son Guillermo Tula y Sofía Alderete. A través de un smartphone o de una tablet permite visualizar la realidad con imágenes añadidas. Por ejemplo, escaneamos una lámina del planeta Tierra y en el dispositivo lo podés ver en 3D y animado. Esas son las imágenes añadidas que tiene Rabbit.
-¿Qué tiene que ver esto con la educación?
-La realidad aumentada se usa mucho en juegos, no es algo nuevo. Por ejemplo, muchos conocemos el Pokemon GO, que es un juego que tiene realidad aumentada. Pero nunca había sido aplicada a la educación y ese es nuestro desafío. En este sentido, nos consideramos pioneros en la región y en el país. Ahora los chicos pueden ver una animación con sonido y en 3D en lugar de mirar imágenes en un libro. Eso dinamiza, entretiene, mejora la atención de los alumnos, sobre todo de los más chicos.
-Usaste la palabra “entretener”. Entretiene, dinamiza, genera atención. ¿Por qué estos valores son necesarios en el aula?
-Porque los chicos nacen sumergidos en la era digital. A los tres, cuatro años ya tienen una tablet en la mano. Entonces cuando van y se encuentran con un libro, no les llama la atención. Quedó obsoleto, quedó atrás. Como están sumergidos en una era donde todo se mueve, donde todo es digital, donde todo tiene colores, donde todo va tan rápido, el libro ya no llama la atención.
-Esto quizá asusta a los más viejos. El libro es sinónimo de cultura, de introspección que lleva a un crecimiento interior y se traslada hacia afuera. ¿Te imaginás un mundo sin libros?
-No. Y acá voy a hacer una distinción. Me refiero a libros grandes en la educación primaria. Podemos reemplazar esos libros por otro método que al niño le resulta más didáctico, más amigo, más lindo, más entretenido. Se pueden reemplazar. Ahora, cuando nos vamos haciendo más grandes entendemos que necesitamos los libros, que no podemos confiar en todo lo que hay en internet. No es que uno de grande agarra un libro y dice: “no, esto es aburrido”. De grande uno ya dice: “tengo que aprender, esto es parte de mi profesión”. El niño no toma esa conciencia.
-¿Por qué no se puede confiar en todo lo que hay en internet?
-Porque a internet puede subir información cualquier persona. Ahí está el trabajo del docente en el caso de los más chicos, de decir: “esto está bien, esto está mal”. Pero al mismo tiempo el alumno acude a internet y empieza a buscar por sí mismo. Ya no todo sale del profesor, sino que el alumno investiga.
-Lo planteás con mucha simpleza, tal vez por tu juventud o porque sos amigo de la tecnología, pero muchos docentes le tienen miedo a internet.
-Bueno, primero tienen que tomar la decisión y después ver cómo aplicarlo para que tenga un sentido. Decir: “yo voy a brindar tal contenido, ¿qué hay en internet que a mí me sirva?”. O quizás a ese trabajo lo hagan los chicos. Entonces habría que decir: “a ver, chicos, ¿qué hay en internet que pueda ayudar para esto?”.
-¿Qué deben hacer los chicos con el celular en la escuela?
-Sería ideal que el alumno entienda que tiene que prestar atención y que, por respeto, no tenga el celular en la mano. Pero también se puede incorporar el celular para la educación. Por ejemplo, el alumno puede buscar en Google, usar el celular para adentrarse un poco más en lo que el docente está diciendo. Es más, hasta hay docentes que dicen: “chicos, saquen el celular y gugleen qué pasó en 1810”.
-Es una nueva mirada de la educación de alguna manera, en la que hay verdaderamente una interacción.
-Exactamente. Aparece una interacción profesor-alumno-Internet. Eso ya depende quizás de la forma de enseñar del docente. Pero me parece algo muy práctico y muy bueno.
-Y al padre ¿qué le decís?
-Que no le tenga miedo al uso de los celulares. Obviamente que las redes sociales no las recomiendo para un chico porque hay mucho en juego, se lo expone. Eso no está bueno para un chico, no es momento. Pero hay que brindarles las herramientas a los chicos, enseñarles lo que está bien, lo que está mal, lo que se debe hacer, lo que no...
-¿Cómo te imaginás las aulas del futuro?
-Creo que van a seguir siendo de cuatro paredes, porque uno necesita concentrarse. Y el aula virtual, en los más chicos no creo que se las llegue a usar, porque hasta para los más grandes quizás es difícil entenderlas, hacer los exámenes, ver los contenidos, porque muchas veces no funcionan bien.